domingo, 18 de mayo de 2014

Monte de San Cristóbal

ANDADAS
Monte de San Cristóbal (Alpartir)
Ojos de Pontil (Rueda de Jalón)
Sábado, 17 de mayo de 2014




            Para las sensibilidades no existen las altas ni las bajas cimas. Vida la hay en todas partes, y hoy vamos en pos de ella a baja cota. Vamos, decimos, a la sierra de Algairén, que forma parte del sector central de la Cordillera Ibérica, y que esconde rincones con una extraordinaria variedad botánica, como ésta que llevamos entre manos.

Entre retamas salimos de Alpartir
            El Instituto Pirenaico de Ecología (IPE) convoca asiduamente jornadas y seminarios de divulgación botánica, y el encargado de hacerlo es Daniel Gómez, investigador del centro y responsable del herbario de Jaca, tercero en importancia de España y primero en especies pirenaicas. Le acompaña Roberto del Val, agente de protección de la naturaleza de la DGA en la zona, buen conocedor del territorio y de sus plantas, divulgador e impulsor de rutas botánicas, como la que hoy nos ocupa.

Fuente en el convento
            Comenzamos desde Alpartir para visitar el recinto y las ruinas del convento de San Cristóbal, que significa "portador de Cristo", en cuya historia merece la pena detenerse. Fue construido en el siglo XV, concretamente en 1444, fundado para “recreo espiritual y honesta diversión de los Padres Claustrales de San Francisco, de Calatayud”, que comenzó siendo un pequeño eremitorio, y se convirtió en un convento en toda regla, con su iglesia, ermita de la Virgen del Pilar, sus dependencias monacales, sus huertos, caleras, neveros… todo ello intra muros de un cercado de más de un kilómetro de perímetro, del que se conserva buena parte. Como curiosidad, cabe destacar una fuente en la zona principal de su interior, algo que no es habitual en estos montes, y que desde luego, sería determinante para ubicar el complejo. Muy cerca, aunque fuera de los muros, están las ruinas de la ermita de San Clemente.

Ruinas de la iglesia
            Al margen de la presencia de la fuente, con ese flujo ininterrumpido de agua, la situación estratégica es auténticamente privilegiada, siendo atalaya sobre una muy extensa panorámica que llega desde los cultivos de Alpartir hasta las huertas de La Almunia, en primer término, y la depresión del padre Ebro a los pies del pre Pirineo, a continuación. Con mejor o peor suerte, estuvo habitado hasta la desamortización de 1835. Casi cuatrocientos años de vida, de mucha vida. Si tenéis interés en ahondar en la historia, lo podéis hacer directamente consultando la página web de sus sucesores http://www.ofmval.org/7/ara/30aragon/01conv/16alpartir.php.

Una de las muchas paradas
            En torno a estas ruinas, a lo largo del cerro donde se encuentran, comienza y termina una circular ruta botánica, que cuenta con 30 paneles informativos de otras tantas especies vegetales que colonizan estos suelos, y que sería prolijo mencionar, teniendo en cuenta además que somos legos en la materia. En esta dirección tenéis información detallada: http://www.asafona.es/revista/?p=1040.

Pozo nevero abovedado 
              Al poco de arrancar, a la altura del segundo panel, nos encontramos las ruinas de la ermita de la Virgen del Pilar, mandada edificar en 1652 por Jaime Ximénez de Ayerbe, canónigo del Pilar. Junto a ella hay uno de los neveros, llamados así unos pozos en los que se conservaba la nieve para uso fuera de temporada. Seguimos enfilados por el sendero, que nos conduce hasta los límites del muro, que tenemos que sobrepasar para continuar por corta pendiente y encaramarnos a lo alto del monte, coronado por un vértice geodésico. Estamos a 735 metros de altitud, y se mejora ostensiblemente la vista respecto a las del convento, especialmente porque desde aquí se dominan los 360º de horizonte, en concreto sobre el valle del Jalón y sus poblaciones. Y qué decir de los montes, por aquí tenemos las sierras de la Nava y Monegré, Tablado, Virgen y Vicor, y cómo no, la máxima altura de la Ibérica, el Moncayo.

Dando explicaciones en la cumbre
            Visita a la planicie cimera en busca de lirios, que para cuya máxima expresión floral hemos llegado como dos semanas tarde. Acometemos el descenso por sendero poco firme y empinado, siguiendo más paneles informativos. A la altura del nº 20, que nos muestra el aladierno, se encuentra la boca de la cueva del Tío Chirras, descrita por vez primera en 1971 por el Grupo de Espeleología Martel, de Zaragoza. Hasta el 27 nos lleva la bajada, en la que vemos restos de caleras, y que nos deja en la ermita de San Clemente, extra muros, mandada edificar por fray Clemente Tejero en 1613, en honor del papa del mismo nombre. Para terminar el circuito nos quedan 3 paneles, pero dado el retraso horario que llevamos, optamos por regresar ya directamente sin volver a entrar en los muros del convento.

Salvia
            Qué decir de la labor divulgativa de Daniel. Pues que nos contagia de su entusiasmo y de su pasión por este mundo de las plantas, que encierra no solamente el conocimiento de una extensísima clasificación, que también, sino todo lo que con unos criterios básicos podemos entender sobre su vida y su adaptación al medio. Hay que partir de la base de que son las flores, que no dejan de ser “sólo” una de las partes de la planta, las determinantes para definir la estructura de dicha clasificación, y que por su forma se dividen en familias, y que hay cientos de ellas, pero que en 6 u 8 están incluidas el 90% de las plantas que nos podemos encontrar.

Daniel en acción
           Otro aspecto apasionante a tener en cuenta es el concerniente a la capacidad de adaptación que tiene cada especie, cómo se las ha arreglado evolutivamente para, bajo la premisa de mínimo esfuerzo y máximo ahorro, conseguir la máxima eficiencia reproductiva. Y en cuanto al hábitat, decir que si todas las partes de la planta están en dos medios, el aéreo y el terrestre, nos están comunicando mucho de lo que ocurre en ellos dos, es decir, el clima y los suelos, y no sólo los actuales, sino echando la vista atrás tratando de seguir el hilo evolutivo que las ha traído hasta nuestros días.

            Todas estas ideas, es lo que nos transmite cada vez que nos muestra una planta, que son varias veces a lo largo de todo el recorrido, apoyado, desde luego, por Roberto, gran conocedor del territorio, y Pedro, geólogo, que también nos acompaña.

En el aula de los Ojos de Pontil
            De vuelta, a Alpartir a echar un bocado, y seguidamente nos dirigimos hacia Rueda de Jalón, para visitar uno de esos lugares que merece la pena conocer. Se trata de los Ojos de Pontil, un humedal de unas 6 Has de extensión, y que es un conjunto de manantiales de grandes dimensiones, rodeados de una zona húmeda con vegetación palustre de gran valor ecológico. Estas surgencias ofrecen un caudal medio de 400 l/s de agua a 22,4 º, conjunto que destaca por estar ubicado en medio de una zona esteparia. Tras varios estudios, el origen de estas aguas lo han encontrado en los amplios afloramientos de calizas adosados a la sierra de Nava Alta, donde se filtra el agua de lluvia hasta alcanzar el nivel freático, hasta a más de 100 metros de profundidad, a partir de lo cual inicia un lento camino a través de los poros y fracturas de las calizas, terminando en los Ojos, donde una falla hunde la formación, provocando el rebose.


           A su alrededor hay creada una vasta zona de humedal con más de 100 especies localizadas, entre las que destacan las sosas, tamarices, juncos, aneas, y los carrizos, que se están haciendo los amos del territorio, convirtiéndose en especie invasiva.

                Y poco más, amigos. Una jornada distinta, en la que se ha puesto de manifiesto, una vez más, que la naturaleza, aun en su más mínima expresión, nos puede dar lecciones, haciendo bueno el dicho de que no sobrevive el más fuerte, sino el que mejor se adapta a los cambios, lo que es una muy buena lección a aprender, y que de la que nunca estaremos lo suficientemente agradecidos, así como a Daniel, Roberto y Pedro por todo lo que han compartido hoy con nosotros.



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