martes, 4 de noviembre de 2014

El otoño vertical de Oza

VÍAS FERRATAS
Articalena
Viernes, 31 de octubre de 2014


            De nuevo nos echamos al monte para darle la mano a este otoño que poco lleva entre nosotros, y que nos tememos que tiene las horas contadas. Cambiamos de valle. Cambiamos de perspectiva. Hoy nos vamos a la vía ferrata de Articalena para contemplar desde la altura, la verticalidad del otoño de la Selva de Oza.

Progresando
            Una vez pasado Hecho, nos vamos metiendo por ese valle que poco a poco se nos va echando encima, y que nos acompaña hasta bien arriba, pasado ese congosto con nombre diabólico, hasta llegar a la Selva de Oza, que nos recibe de muda. Una gran revolución desde el interior está haciendo la delicia de los sentidos. Una gran parte de ese verde mar de verano que se ondula a merced de los vientos del norte, se torna en colores decrépitos, marrones, ocres, rojizos, que invitan a la reflexión sobre las idas y venidas de la vida.

Haciendo la vía
            Nos acercamos a la base de la ferrata, y hay que torcer mucho el cuello para seguir visualmente grapa a grapa sus inicios, que son verticales, muy verticales. Del todo. Muy aparentes esas grapas, que donde fallan es porque hay agarres en la roca. Y cuando fallan ya del todo toca trepar, ayudados por la relajación de la verticalidad y las oquedades de la roca. Encontramos unos muelles disipadores en unas tiradas largas de sirga. Con el material adecuado y empleado convenientemente se va con plena seguridad, no obstante, si alguien se cree inseguro tiene la oportunidad de no seguir subiendo gracias a una sirga de evacuación que sale a nuestra derecha.

Presas aparentes
La erosión de la caliza nos muestra su debilidad ante el agua y el tiempo. Ambos factores facilitan el tránsito cálido e íntimo por la roca. Son pasos de IIº+ que como mucho nos obligan a sentir cómo se estiran nuestras extremidades. Pasos que, una vez bien asegurados nos permiten deleitarnos con la contemplación a vista de pájaro de este extraordinario valle. Tras la contemplación, vuelta a la faena. La vía nos va llevando hacia la cresta este de la peña, encontrando un último paso, puede que de III, antes de terminar de subirla.

Selva de Oza
            A partir de aquí, continuamos por sendero de monte no siempre muy definido, pero que no ofrece ningún problema al haber hitos con frecuencia. Finalmente llegamos a la cumbre de este peñasco, la Articalena, con sus 1.490 metros de altitud, desde donde se nos ofrecen unas vistas más ampliadas que las que hemos venido teniendo al subir. Al macizo que alberga la Peña Forca, que nos ha estado acompañando visualmente todo el tiempo, se añade un emergente Castillo de Acher, dominando entre otras vertientes la de Guarrinza al norte, ese valle que se alinea paralelo a la cordillera, y que alberga un sin número de vestigios megalíticos. De ellos, de su entorno, el Maestro García Omedes dice: “…hay vida en el valle… hay muchas preguntas y pocas respuestas… estás condenado a dudar de todo, pero nunca a que este valle es mágico. Ya lo sabían sus antepasados hace seis milenios. Durante este tiempo, hemos inventado rituales, dioses y religiones a nuestra medida. Volver a Guarrinza para pensar sobre todo ello, es tan inquietante como bello”.

            El regreso lo hacemos por su vertiente norte, pasando por encima de un búnker y saliendo ya del bosque, por un sendero que nos lleva a media ladera prácticamente hasta la caseta de Sabucar, algo que se nos antoja largo, muy largo, optando por ir recortando monte abajo, procurando no entrar en el bosque para no perder perspectiva. Un barranco nos ayuda en la faena. Poco más de una hora sin dejar de tomar perspectiva vertical sobre un otoño que se nos va, y algo más de media para volver al fondo del valle. 





2 comentarios:

  1. Vaya día bonito que tuvisteis!! Con esa Naturaleza tan acogedora...

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    1. Sí, Isidro, aprovechamos el día antes de que entraran las borrascas. Gracias por el comentario.

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