domingo, 5 de abril de 2015

La vuelta al Pazino

IXOS MONS
El Pazino (1.965 m)
Sábado, 4 de abril de 2015



            La primavera va llegando poco a poco, pero muy poco a poco, tanto es así que no a todos los sitios lo ha hecho, los intratables frentes del norte se lo impiden. Estamos a escasos kilómetros de la línea de puerto, que mantiene a raya este nuevo frente que nos visita, igual que los fríos vientos que lanza mantienen replegados los brotes de vida que surgen de las expectantes hayas, que desnudas se muestran al mundo y que ganas tienen ya de vestirse de gala.

El Pazino y la torre de descompresión
            El Pazino, sí, nuevamente el Pazino, ha sido nuestro objetivo de hoy. El Pazino, ese modesto monte de apenas dos mil metros de altitud, que altivo se alza en medio del Valle de Tena, sobre las cuencas de Lanuza y el embalse de Escarra y que con fuerza emerge sobre un extraordinario hayedo que paciente espera la tan cacareada primavera. Y a por él vamos, saliendo del cementerio de Sallent y recorriendo un corto tramo de carretera para tomar la pista que, por el PR-HU 91, coquetea con esa verde y visualmente incómoda tubería coronada por esa torre de descompresión que lleva años queriéndose hacer un hueco en el paisaje sin conseguirlo.

En el hayedo
            En media hora, el empinado y venteado camino se viste de haya desnuda, de haya querida, de haya agradecida, que nos acompaña hasta la dichosa torreta, desde donde ya no nos es fácil seguir el zigzagueante sendero, las palas de nieve que quedan todavía se resisten a soltarlo y lo cubren, como lo han hecho durante todo el invierno. Una nieve dura que en tramos enseña su desnivel y su recomendación de usar las huellas trazadas. El sendero cuando se deja, y el monte to tieso cuando no, nos van subiendo poqué a poqué hasta el collado, que desde sus 1.840 metros de altitud nos corre el velo sobre la cuenca del embalse de Escarra a los pies de Tarmañones, Cochata y Cantero, guardianes de su desembocadura y que con vértigo se asoman al barranco. Por encima de todo ello, la majestuosa sierra de La Partacua, que desde que bebe el agua del Gállego en el tajo que la separa de Tendeñera, hasta sus límites cercanos a Formigal, nos muestra la singularidad de sus cumbres, que se han sabido ganar el respeto que se les tiene.

El fuerte viento como protagonista
            Los vientos siguen enfurecidos, pero poco caso hacemos, nosotros atacamos ya la senda cimera, que en veinte minutos nos sube a la cumbre del Pazino, que alberga los restos de un destruido vértice geodésico, y una de las mejores vistas del Valle de Tena desde este punto integrado en él, pero alejado de sus más altivos picos. Hora y media larga desde el arranque. Cuatro fotos de fortuna y volvemos sobre nuestros pasos hasta el collado, que dejamos atrás bajando hacia el embalse, pero sin llegar a él. Ha sido el PR-HU 91 el que traíamos desde el cementerio, y que hemos abandonado para acompañar a la cima diez minutos, retomándolo de nuevo para seguir por él dándole la vuelta al monte.



Senderos de luz
            Al ir perdiendo altura, perdemos también perspectiva, pero ganamos en confort térmico, al  tiempo que nos vamos enfilando dirección a las fauces del barranco, pero que se quedan por debajo, en la misma dirección que el desvío del sendero que baja a Escarrilla. Casi una hora, contando el breve tiempo de echar un bocado, desde el collado del Pazino hasta este otro de As Crampas, que alcanza los confines de nuestra ruta de hoy, direccionándonos ya desde aquí mismo hacia el punto de partida, cambiando de escenario visual. Ahora es el triste embalse de Lanuza, entendemos que desembalsado por timoratas manos ante los desastres de las avenidas en los pueblos ribereños del padre Ebro, dejando así margen para su llenado por los mayencos tensinos.

Las hayas salen a nuestro encuentro
            Y en casi otra hora más, descendemos los 340 metros de desnivel que tenemos hasta llegar al cementerio, en una mañana que se ha dejado querer, pero a la que se le ha colado un frío viento de norte que ha curtido nuestra piel y ha avivado nuestros sentidos, rodeados de un espectacular entorno que va viendo cómo se va deshaciendo a jirones su blanca piel. En total, han sido 3h 40’ de actividad, de las que casi 3 horas han sido en movimiento, para recorrer los casi 10 km de darle la vuelta a la boina, subiendo a su pirulo, haciendo en torno a 740 metros de D+ y D-. Datos ligeramente desvirtuados al tener que sortear grandes palas de nieve, especialmente a la subida. Un monte muy recurrente y recurrido.




2 comentarios:

  1. qué bien, cuánto aprovecháis!!, da gusto veros.Bss

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    1. Gracias, guapa. Pero yo no puedo decir lo mismo... que no te veo.

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