martes, 3 de mayo de 2016

El Camino del Cielo y Cubilillo Os Fils

IXOS MONS
VÍAS FERRATAS
El Camino del Cielo
Ferrata Cubilillo Os Fils
Sábado, 30 de abril de 2014



            Algo tendrá el agua cuando la bendicen, dicen. Algo tendrá esta tierra cuando tan a menudo venimos últimamente, decimos. Hoy traemos a nuevos adeptos a la ferrata de Cubilillo en Os Fils, para que degusten su verticalidad, para que degusten sus amplios espacios y sus lejanos horizontes, sólo rasgados por los mallos, esos fenómenos de la naturaleza que por más que los contemplamos no dejan de sorprendernos. Ha dado un giro inesperado el tiempo. Ayer calor, y hoy fresco y mucho viento, lo que lo eleva a categoría de frío. Para que no falte nadie a la cita, ha estado gran parte de la noche lloviendo, de modo que no sabemos cómo nos vamos a encontrar la vía.


Mallo Firé y sus cinco puntas
            Riglos. Nueve y media de la mañana, apenas doce grados, pero con un viento de norte para chuparse los dedos. Toda la mañana por delante. Vía ferrata relativamente corta. Al refugio. Un buen café con leche o chocolate, según gustos, para entrar en calor y saborear esa torta de Ayerbe con la que Blanca y Javier nos obsequian. Se impone dejar pasar un poco el tiempo para que la pared sea un poco más amable con nosotros. Decidimos tratar al viento de tú y comprobar de primera mano cuán machote está hoy y con cuántas ganicas baja por el circo. Decidimos, pues, hacer el Camino del Cielo, y de regreso encararnos ya por el barranco de la Mota hacia Os Fils, para hacer la ferrata.


Siempre en buena compañía
            Y dicho y hecho. Enfrentándonos con el frío viento y al amor de un sol que nos va haciendo guiños según le dejan las nubes, nos dirigimos hacia el circo para dejarnos engullir por su empinada senda dirección a ese collado que la divide, marchando un ramal a La Peña. Nosotros a lo nuestro. Enseguida se va tomando altura, lo que permite ampliar el horizonte. La vista del sinuoso río Gállego, enmarcado entre el Firé y el Pisón, es singular. La horizontalidad del río, entre la verticalidad de los mallos, encierra toda una gran simbología.

            
Los mallos grandes
            En la subida coincidimos con un numeroso grupo de Madrid que nos dificulta un tanto la marcha, pero del que vamos pasando unidades poco a poco hasta llegar ya al puerto, donde son atraídos por el mirador de Espinabla, de forma que podemos bajar ya a nuestro ritmo. El viento sigue siendo fuerte, y más por estos altos. En el descenso, un nuevo mirador nos sorprende, con vistas entre la trasera del mallo Colorado y el mallo del Agua, el más oriental de los llamados grandes. Seguimos bajando por la sinuosa senda hasta incorporarnos al GR 1, habiéndonos costado algo menos de dos horas esta espectacular vuelta.

Camino a la vía
            Una vez en el GR 1, que coincide este tramo con el Camino Natural de la Hoya de Huesca, recorremos hasta dar con la entrada a la senda que nos dirige al mallo Os Fils, cuyo nombre deriva del castellano “hojas”, llamado así por la forma que tienen al estar compuestos por una alternancia de materiales duros y blandos, más erosionados estos. A  pie de vía, nos equipamos y vamos subiendo, disfrutando del vertical ascenso, del implacable viento, y del sol, que va ya entrando en la pared.



Chimenea
            Es una vía en la que convive la equipación de dos generaciones. Por un lado, está cosida de viejas clavijas, posteriormente completadas con alguna grapa, y la sirga. Un primer tramo vertical nos da paso a una pequeña plataforma en la que poder agruparse si se desea. A continuación, una chimenea, más vertical si cabe, nos aúpa a una senda parcialmente equipada de sirga, que nos arrima de nuevo a la pared. A mano izquierda, dirección barranco, una estrecha cornisa, sin equipación, nos anima a asomarnos para ampliar las vistas, que en ocasiones hemos hecho, pero que hoy, con la enorme fuerza del viento no nos fiamos.


               De nuevo en la pared, en la vertical pared, para continuar el ascenso, que en unos pocos diferenciados tramos nos lleva hasta su final, junto a una alambrada, donde se termina la equipación. Estamos ya debajo del mirador de los Buitres, y sólo resta alcanzarlo por empinada senda, por la que hay que transitar con cuidado. Una vez alcanzado, en ocasiones también hemos disfrutado del lugar y de sus vistas. Hoy, el frente se ha metido con fuerza, y el fortísimo viento hace muy incómodo el estar, de modo que foto y rápido para abajo.


En el descenso
            Hay que recorrer la parte alta de este mallo, ocupada por la típica vegetación de monte, en plena floración, tomillos, romeros, aliagas, todo el monte es suyo… y nuestro. Dirección norte, para tomar ya el estrecho y vertiginoso sendero que va dando la vuelta al mallo para situarnos en un lugar ya de riesgo, pero equipado de nuevo con sirga, que nos acompaña hasta el pequeño paso hasta la peña Don Justo. Luego una vertical escalera metálica nos va engullendo para ir perdiendo altura y salir definitivamente al sendero que nos conduce al camino, no sin antes fatear en esa chimenea que se presta a ello.


            Al estar protegidos por la vegetación no se siente el viento, pero no ha amainado, porque justo a nuestro paso tronza un pino, dirigiendo su seco porte en dirección contraria a la nuestra, que de no ser así, ni el casco nos hubiera salvado. Una vez fuera, ya sí es buen lugar para despojarse de todo el equipo. Ya relajaditos, nos dirigimos hacia el pueblo para terminar esta completa jornada alrededor de una buena mesa, como merece la ocasión y la compañía.


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