domingo, 15 de mayo de 2016

Tozal de Paco Tiesto, sobre los abismos del Balced

IXOS MONS
Tozal de Paco Tiesto (1.568 m)
Sábado, 14 de mayo de 2016



¿Qué tendrás en tu mente, mujer menuda?
Mujer hermosa y fuerte como ninguna.
Mujer del campo y del trigo,
de la viña y del sol,
de jornadas sin fin,
de noches sin luna;
huérfanas noches de amor.
¿Qué tendrás en tu mente, mujer menuda?


            Todavía se oyen susurrar estos versos de Jesús Villanueva cuando te vas aproximando a estas hoscas tierras que pocos corros dejan a la crianza del hordio y sus congéneres. Tierras calizas de cultivo mediterráneo, con unos campos de cereal que hoy, mecidos por las frías nortadas, explotan a los cuatro vientos. Tierras duras de trato, pero blandas a la erosión, capricho de los dioses de las aguas y de los airados cierzos. Tierras de mujeres y de hombres que supieron arrancar lo mejor de ellas, que no fue mucho, pero suficiente para subsistir… hasta que lo fue. Tierras, que aunque no todas, algunas sí, han sabido reconvertirse para usos modernos, usos del agua, de paredes y de caminos. Unos caminos de viejo que se ven transitados por las gentes, que como nosotros, nos decidimos a rendir culto a estas sierras que se alzan entre los abismos.


Barrio de la Honguera
            Volvemos de nuevo a Rodellar, lugar mágico sin duda, que invita a hacerlo una y otra vez. En esta ocasión, para visitar otra sierra, la de Balced, en cuyo paco se encuentra nuestro objetivo de hoy, el Tozal del Paco Tiesto, también llamado Larizora, de fácil deducción etimológica debido a la gran cantidad de erizones que albergan sus faldas. Lugares más alejados de los concurridos congostos próximos al pueblo, algo que se constata, al menos en la subida, en la que, con Toño y José Luis, estamos sólo con los cuatro elementos… ningún elemento más.

Fuente de Fonciachas
            Desoyendo las indicaciones que desde el mismo aparcamiento te invitan ya a echarte al camino hacia Cheto, nos parece que es mucho más vistoso el llegar a él al filo de los acantilados donde el Mascún ha sabido labrarse el porvenir. Saliendo por el barrio de la Honguera en dirección a la ermita de la Virgen del Castillo, como a unos veinte minutos la dejamos para seguir por el mismo margen del barranco, aunque el hacerlo así nos obligaría a acercarnos de propio a este antiguo poblado, del que se dice fue el origen del posterior asentamiento de Rodellar. Atrás queda también la fuente de Fonciachas, de la que se dice que jamás se ha conocido sin dar.

Piedras de rayo
            El viento enojado, apresurado, se estrecha por el Mascún. Ahí lo dejamos, que nosotros seguimos jadeantes por empinadas y empedradas cuestas nuestra ruta barranco arriba, ya por el de San Martín, bajo la impresionante figura de un gran morrón, bautizado en los mapas como Montillosa. El sendero se calma, y el tapiz herboso se alía con el caminante para permitirle distraer su mirada hacia esta gran pared rocosa, que dejamos atrás, una vez cruzado el barranco y subido pacientemente otra de las cuestas que te van alzando de las profundidades a los cielos abiertos.


Llegando
            Un brusco giro hacia el norte nos acerca al punto de confluencia con el sendero de vuelta. Llegamos a un puerto, colonizado por los erizones, que como velo de la memoria van fagocitando tanto esfuerzo, tanto trabajo, tanto sudor, para arrancarle al terreno la escasa subsistencia. Estamos en una amplia extensión de terreno, que al superar sus barreras de bojes, nos da vista ya a nuestro escondido objetivo, el Tozal de Paco Tiesto, un monte, el más alto de este cordal, que suave baja hacia poniente, aunque sólo de momento, donde discurre el Mascún, pero brusco hacia levante, asomándose al abismo de Balced.


Profundo Balcés
            Hay que estar atento, porque el ancho camino sigue por sus faldas, dejando a la derecha un incipiente sendero que entre erizones te va subiendo a la cumbre, a una primera cumbre señalizada por un hito de piedras, pero que hay que continuar unas decenas de metros hasta la siguiente, que es la verdadera altura. Desde aquí, lejos, muy lejos, es donde a los cuatro costados se juntan el cielo y la tierra, ayudados por las nubes, especialmente en el gran norte.

Las Forcas y el gran norte
            Estamos en una gran ralla entre dos grandes profundidades, al este la de Balced, al oeste la de Mascún. Al norte baja a beber a la Guarguera, donde el terreno toma impulso para empinarse más y más en esas sierras antesala ya de la gran cordillera. Y el sur calmo va hacia la gran depresión. El fuerte viento siempre dando mensajes de quién manda aquí, y ante eso, sumisión, reconocimiento, y para abajo, a retomar el ancho camino, por el que en cuatro zancadas nos acercamos hasta los pozos de nieve de Bagüeste, bien conservados, y deseosos de contarnos mil y una historias.

            
Collado de San Martín
            De vuelta ya, echamos un bocado en un abrigo y dejando a nuestra derecha el sendero de subida, seguimos por el camino de la sierra de Balced, alcanzando primeramente el collado de San Martín, que deja su peña a la izquierda, asomándose al profundo barranco. Circulando por la base de enormes paredones nos llegamos hasta otro punto importante, donde se cruzan los caminos de ambos valles, collada de Balced la llaman, y es la puerta para bajar a este barranco y a los pueblos colindantes. Nosotros nos tiramos para el nuestro, dirigiéndonos ya de tiro hacia Rodellar, a donde llegamos al cabo de hora y cuarto.


Ermita de San Lorenzo
            La entrada al pueblo no está exenta de magia. Anchos caminos flanqueados por renovados cagicos y tapiales de piedra seca que delimitan fincas, hoy prácticamente abandonadas, pero con un pedigrí escrito en el viento, y sólo recordado ya por los viejos del lugar. Por el costado de la ermita de San Lorenzo entramos en el casco urbano. Sin contar el acercamiento a los pozos de nieve, a los que nos hemos llegado desprovistos del GPS, hemos invertido 5h 10’ de tiempo total, del que 3h 40’ ha sido en movimiento, para recorrer 12,6 km, y salvar cerca de 1.000 m de D+, en una jornada que nos ha permitido una incursión a esta sierra de Balced, menos visitada, más callada, pero que te muestra también lo mejor de sí misma… que no es poco.
  




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