viernes, 16 de diciembre de 2016

Caimodorro, Muela de San Juan y Carbonera, sobrevolando Albarracín

IXOS MONS
Caimodorro (1.936 m)
Muela de San Juan (1.841 m)
Carbonera (1.540 m)
Martes, 13 de diciembre de 2016


Albarracín,
quilla de piedra,
rojo penacho de cuestas y de arcadas,
sobre ti duerme el tiempo,
sólo pervive el agua

            Con estas estrofas del ínclito Labordeta comenzamos esta nueva entrada. Una entrada que trata de Albarracín, porque hoy nos hemos ido a esas tierras sureñas, que con su máximo exponente en la población homónima, están llenas de monumentos que el devenir histórico y la multitud de sus moradores a lo largo de los siglos han ido legando, conservándose hasta nuestros días. Declarada Monumento Nacional en 1961 y propuesta para ser incluida en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO. Tierra de mil colores, que armoniza los azules cielos, con los verdes pastos y pinares, con el rojizo rodeno, con sus claras aguas. Tierra que casi vuela. Tierra que alberga tres de los ocho pueblos más altos de España. Albarracín, cuyo topónimo viene del clan bereber de los Banu Razin allá por el siglo XI.
  
Extraordinaria mañana nos recibe en Orihuela

Interior de la fuente del Tío Mantecas
            Caimodorro. Para acceder al punto más alto de la comarca partimos de la localidad de Orihuela del Tremedal, desde donde tomamos la A-2707, y a eso de kilómetro y medio tomamos una pista que pasa junto a la balsa de la Toba, con su fuente del Cura. A menos de dos kilómetros más encontramos un merendero, con edificio que contiene amplia barbacoa y buena fuente, del Tío Mantecas la llaman. Aquí dejamos el vehículo, porque da comienzo una ruta junto al río Gallo, al que nos abrazamos casi hasta su nacimiento en las faldas de este monte que hoy queremos tratar de tú a tú. Estamos en una parte de ese poco más del 10% del territorio aragonés que no pertenece a la cuenca del Ebro, ya que el Gallo es afluente del Tajo.

El sol acaricia suavemente, sin molestar, a la escarcha

Río de piedras
            Desde estas instalaciones, y a tres bajo cero, partimos por la llamada Ruta del Mirador de la Portera, y la comenzamos pasando bajo un curioso marco de troncos con los postes verticales adornados con las huellas palmares y sus nombres debajo. El frío y la humedad de ir por el fondo del barranco no impide el disfrute de recorrerlo en su serpentear, cruzándolo en varias ocasiones por puentes de troncos. Solitario lugar en donde abunda el pino royo, que crece a sus anchas jalonando el incipiente sendero. Allí donde falla el arbolado, el suelo luce un blanco tapiz de escarchas matinales, y creemos que también vespertinas, porque el tímido sol no es fácil que pueda con ellas. En poco más de media hora salimos a la pista, y con ello al aparcamiento, desde el que continuamos por lo que parece una trocha de madera. Resulta curioso observar los ríos de piedra, para los que no hay mucho acuerdo en su origen.

Vegetación en la planicie del Caimodorro
Cima del Caimodorro, con su buzón de cumbre
            Seguimos avanzando, y algún claro del bosque nos permite ver el Santuario de la Virgen del Tremedal, y más a la izquierda y alejado, el San Ginés, ya en la comarca del Jiloca. Nuestro no muy definido sendero nos lleva hasta unas paredes de roca que tenemos que superar a través de una de las canales que se aprecian. Una vez arriba, cerca estamos ya de una planicie, donde encontramos ya un claro itinerario marcado con hitos, que nos lleva hasta lo que se supone es el punto más alto, ya que está muy bien acompañado de pinos, que te impiden todo tipo de visibilidad. Aquí conviven un vértice geodésico, un buzón de cumbre en la rama de uno de esos pinos, y algo más, que desmerece totalmente, y es la base de lo que parece una torre de vigilancia, con los restos de la misma esparcidos por el entorno.

Bosque callado
Gran hito próximo a la cumbre
            Las fotos de rigor, cuatro palabras en el libro de cumbre y volvemos hacia la explanada siguiendo los hitos. Unos hitos que pensábamos nos iban a acompañar ya durante todo el descenso, pero no así, durante una hora vamos bajando monte a través unas veces por incipiente sendero, otras por intuición. Finalmente damos a una estrecha pista que nos lleva ya inequívocamente hasta el punto de inicio, al que llegamos con los mismos 3 grados, pero ya sin signo negativo. Desde que salimos de este suponemos que amable lugar en verano, hemos recorrido 8,8 km, para los que hemos invertido 3 horas de tiempo total, del que 2h 30’ han sido en movimiento, y hemos salvado 550 metros de desnivel acumulado D+.






Muela de San Juan
            Muela de San Juan. Volvemos a Orihuela para tomar la A-1512 dirección Noguera de Albarracín, tomando la TE-V-9032 una vez pasado el Campamento Juvenil Montes Universales, hasta Griegos, que con sus 1.604 metros de altitud es el segundo pueblo más alto de España, amparado en una enorme solana bajo esa sierra llamada la Muela de San Juan. Y a ella nos dirigimos. Justo junto al mural que ello indica, dejamos el coche para con la vista puesta ya en nuestro próximo objetivo, que es la torre de vigilancia que ocupa su cima. Un ancho camino entre campos nos dirige hacia la carretera, que cruzamos para continuar por sendero entre el bosque, por cuyos claros nos permite la vista sobre el Caimodorro, una visión que no ha sido recíproca.

Ruta de las Pernalas
Ya en la planicie, acercándonos a la cumbre
            Seguimos la Ruta de las Pernalas, que va zigzagueando hasta alcanzar la planicie, convirtiéndose en ancho camino entre grandes ejemplares de pinos, que nos lleva hasta el puerto de la Muela de San Juan, de 1.796 metros de altitud, donde encontramos el aparcamiento de las pistas de esquí de fondo, una antena de telecomunicaciones y el restaurante, teniendo que caminar por el borde de un acantilado hasta llegar a la torre de vigilancia, a cuyo lado se haya muy próxima una cruz, un par de bancos y un cartel indicador, todo ello formando parte del mirador de la Muela de San Juan, con extraordinarias vistas sobre Griegos y sus alrededores, en los que destacan sus dolinas.

Instalaciones de la estación de fondo de la Muela de San Juan
Vida al borde del abismo
            Volvemos sobre nuestros pasos, y como a unos 250 metros encontramos una debilidad en el acantilado, que aprovechamos para ir bajando por el bosque por sendero definido, cruzando la carretera y volviéndonos a meter en él, hasta que alcanzamos de nuevo la carretera, que ya seguimos hasta un paso canadiense que tras cruzarlo damos con el sendero de la subida, que tomamos a la derecha hasta alcanzar el vehículo.


Cruz y mirador de la Muela de San Juan
            Una bonita vuelta por este monte tan característico de esta zona, y que para hacer 5,2 km, le hemos metido 1h 40’ de tiempo total, del que 1h 25’ han sido en movimiento, para salvar los 265 metros de desnivel positivo acumulado D+, en una fresca pero clara mañana, con un sol que ya ha pasado del medio día.
  


  
Carbonera
            Carbonera. Para este tercer monte de la jornada, tenemos que llegarnos hasta Gea de Albarracín, y lo hacemos por Villar del Cobo, Tramacastilla y Albarracín. Desde que salimos de Gea ya podemos contemplar nuestro nuevo objetivo. Como a algo más de cuatro kilómetros y medio, y al pronto de pasar la llamada fuente del Meadero, sale una pista a nuestra izquierda. Es un monte sin demasiada prominencia, cuya cumbre está habitada por una torre de vigilancia forestal y vértice geodésico. No se conocen senderos que suban a ella, por lo que debido al buen estado de la pista, optamos por circular por ella.

Pista forestal de subida al Carbonera
Torre de vigilancia y vértice geodésico
            Entre Pinos y vegetación de monte bajo discurre esta pista que va subiendo hasta alcanzar un pequeño espacio que sirve de ensanche para poder dar la vuelta con el vehículo. Al sol no le queda más de una hora para que deje de alumbrar sobre estas ingentes masas de pinar, que transmiten riqueza, que transmiten gozo, que transmiten futuro. Nos aupamos hasta el vértice geodésico y las vistas son extraordinarias. Por una parte, la cuenca del Guadalaviar, antes de convertirse en Turia, con su embalse del Arquillo que da de beber a Teruel, que también se adivina. También se aprecian los hangares de Caudé. El Palomera, al otro lado del Jiloca. Al lado contrario, toda la serranía de Albarracín, con los Montes Universales, montes de todos y para todos, montes de altura, con esa tierra rodena excavada por esa obra de ingeniería hidráulica como es el acueducto de Albarracín – Cella, en el que merece la pena detenerse un poco.

Uno de los tramos del acueducto romano (turismocomunidaddeteruel.es)
Cumbre del Carbonera
            Se trata de una infraestructura romana, -se cree que data del siglo I dc- de unos 25 km de longitud, cuya función era llevar agua desde el Guadalaviar, desde las proximidades del castillo de Santa Croche, encima de Albarracín, hasta Cella. Ya se nombraba en el Cantar del Mío Cid, que refiriéndose a Cella dice: “Celfa, la del canal”. A través de un sistema de galerías, túneles, canales, arquerías, pozos verticales, y demás ingenios para el buen discurrir del agua, se dice que se utilizó hasta el siglo XII, cuando se descubrió la fuente natural de Cella. Hoy en día, está considerado como una de las obras hidráulicas más importantes del Aragón romano. A lo largo de los últimos tiempos se han ido efectuando investigaciones sobre su trazado, y se han abierto tramos accesibles, que se pueden visitar. Hay un Centro de Interpretación en Gea de Albarracín.

Extraordinaria vista sobre la cuenca del Guadalaviar
            Pues poco podemos decir de los datos de este último monte, que debido a las horas lo hemos hecho ya en coche. Han sido 7,4 km, con un desnivel de 380 metros acumulados D+; la duración, cercana a la hora, que andando puede pasar de dos.


            Una jornada, pasada con Pedro, del CA Javalambre de Teruel, en la que hemos tenido ocasión de visitar estas tierras de Albarracín y su curioso sistema de administración del territorio en sexmas, que viene del siglo XIII. Es la llamada Comunidad de Santa María de Albarracín, que sobrevivió al Decreto de Disolución de 1837, en el que desaparecieron las de Calatayud, Daroca y Teruel. Una jornada, en la que nos hemos aupado a tres de sus máximas alturas, el Caimodorro, que con sus 1.936 metros despunta sobre todas ellas; la Muela de San Juan, esa gran planicie sobre Griegos, el segundo pueblo más alto de España; y finalmente, el Carbonera, en Gea de Albarracín, desde el que se divisa media provincia. Una jornada, sin duda, bien aprovechada.

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