lunes, 26 de diciembre de 2016

Güe, entrada a la Tierra de Biescas

IXOS MONS
Güe (1.579 m)
Domingo, 25 de diciembre de 2016


            Día de Navidad. Todo en calma. El monte reposa en su serenidad. Primeros días tras el solsticio de invierno. Pertinaz anticiclón, con noches frías y días templados. Unas noches y unos días que son de farteras y de excesos varios, que hace que a tempranas horas se pueda disfrutar de la soledad del monte. Y es lo que hemos hecho, con los amigos Toño, Carlos y Fernando hemos subido a uno de los montes cercanos, cientos de veces visto, porque se deja, pero ninguna vez visitado. Es algo que hemos dicho hasta hoy.

Amanece por Santa Orosia

Progresando entre cajicos
            Partiendo de Sabiñánigo, dirección Biescas, por la N-260ª, antes de llegar a la gasolinera, se toma una pista a mano izquierda, que en unos pocos cientos de metros te deja al pie de un sendero, por el que vamos a transitar. Un sendero de monte bajo que va ganando altura por entre buxos y cajicos, dibujando una loma que hace de bisagra entre la Balancha y el valle del Gállego, el río central del Valle de Tena.

Oliván, en la morrena central del antiguo glaciar del Valle de Tena

Llegando a Santa Lucía
            Al tiempo de pasar por Santa Lucía, el sendero se ha hecho bosque, que como a todos los de alrededor se les multiplica el trabajo para dar oxígeno a ese Sabiñánigo poco industrial ya, pero igualmente inmerso en un ambiente insano bajo los humos de las chamineras que echan sus despojos sobre la población. Poco antes de llegar salimos a la pista unos pasos, para volvernos a meter por un sendero y terminar el breve sendero que queda hasta el vértice geodésico primero, y la torre de vigilancia después. Tras los buxos que sustentan sus pies, se nos abre una imponente vista hacia el Gran Norte, nevado Gran Norte, pero con ganas de más.

Llegando
Torre de vigilancia cimera
            A nuestros pies, ese valle que se dirige hacia Biescas, dejando a la izquierda orográfica los barrancos de Oliván y Espierre. A poniente, el macizo de la Peña Oroel, como barco varado dominando la Balancha. Aún nos alcanza la vista para distinguir en último horizonte a ese Moncayo, techo de la provincia de Zaragoza y máxima altura del Sistema Ibérico. El regreso lo decidimos hacer por la pista, que aun a sabiendas de que va a ser más largo, preferimos la comodidad. Y así lo hacemos, tomamos la pista que desciende, teniendo de frente ese norte y todos los montes que van a beber de él. Las vueltas y revueltas nos van acercando al comienzo del valle del Aurín, perforado en busca de gas.

Gran Norte. En primer plano, el valle de Espierre

            Si subir nos cuesta algo menos de hora y media, bajar algo más. En total, han sido 10,5 km, recorridos en 3h 30’ de tiempo total, del que 2h 55’ han sido en movimiento, para salvar en torno a 680 metros de desnivel acumulado D+. Sin duda, una bonita mañana de monte.






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